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"...Siempre tan necios andáis que, con desigual nivel, a una culpáis por cruel y a otra por fácil culpáis. ¿Pues como ha de estar templada la que vuestro amor pretende?, ¿si la que es ingrata ofende, y la que es fácil enfada?...." SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ

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Wednesday, December 13, 2006

Darwin se refería a los pinzones de Galápagos, no al Homo sapiens


Hace mucho tiempo que quiero escribir sobre la sensación de falta, de no encajar. Hace poco hable con alguien quien leyó lo que está escrito en este blog. Esta persona me dijo: “nene, cuidate mucho, sos demasiado sensible para este mundo”.
Quedé algo confundido. ¿Es posible ser demasiado sensible? ¿Qué significa ser demasiado sensible?
Sobre mí: mi primera formación fue científica. Luego vino la “otra”, la que permitió sensibilizarse, o al menos conectarse un poco más con las cosas reales. El costo fue alto; hubo enfermedad y desasosiego. Pero el resultado valió, cambió la perspectiva.
Gracias a la enfermedad pude conectarme con otras personas. Personas que antes merecían que corriese la mirada. Personas enfermas, discapacitadas. Sin vergüenza confieso que un ciego me daba impresión. Ojos blancos, cuencas vacías y mutilación. Algo digno de repugnancia.
La enfermedad propia me puso en vereda. Me acercó al ciego, al distinto y vi.
Vi que existe gente como la gente. Vi la discapacidad. Escuche horror y sentí calor. Oí historias, de esas que no son bonitas. De las que cuentan sobre padecimientos que no se le desean a nadie. De dolores profundos. De destinatarios inocentes.
La discapacidad y la diferencia son dignas de repulsión y aislamiento social. En muchos casos, el discapacitado es el depositario de nuestras miserias. En el seno familiar, muchos son abusados. Violación, violencia (física y verbal) vergüenza (¿venganza?). El estigma de la diferencia que nos marca en relación a “ese”. Ciego, sordo, paralítico, retrasado, mutilado, deforme. Llamemos las cosas por su nombre sin querer ser complacientes diciendo las cosas de manera “políticamente correcta”. La crueldad que muchos padecen es infinita. Desde abandono en una “piecita al fondo” hasta tenencia del discapacitado para cobrar la pensión por discapacidad.
Entonces me pregunto: ¿qué clase de animales aberrantes somos? Da nauseas!

Darwin postuló su teoría evolutiva en la cual dice que “los aptos sobreviven y dejan descendencia, con características que son favorables para la especie” “aquel que no es apto, perece”. Nuevamente me pregunto: los aptos, ¿somos realmente merecedores de dejar descendencia? Por otro lado, un padre o madre que abusa de un hijo discapacitado, que lo encierra en un cuarto, que le pega con una manguera o un cable, que lo niega, que lo viola en todas las formas posibles, desde la humillación hasta el incesto… ¿se puede considerar apto?
Creo que en el caso de la especie humana, Darwin se equivocó.
No somos aptos para entender lo distinto.

Ahora aprendo lenguaje de señas. Sin mencionar las dificultades que atraviesa el sordo, el abuso y demás, quisiera decir (a quien lea esto, si alguien lo hace) que el sordo promedio no sabe geografía, biología, historia, etc. La escuela básica los forma para trabajar como peones, en talleres, en fin, ciudadanos de segunda. La nueva pregunta: si el coeficiente intelectual de un sordo es normal ¿porqué no recibe la educación apropiada? ¿Cómo es posible que un sordo no tenga acceso a lo básico? En general la educación que recibe el sordo es la primaria; entiéndase, trabajar arduamente para ser oralizado, es decir, aprender a hablar y leer labios y de este modo ser más “adecuado” para esta sociedad.
Antes de ingresar a este nuevo mundo, poco sabía de esta discapacidad.
Aparentemente, en capital federal hay profesionales que manejan el lenguaje de señas (LSA), en provincia (Buenos Aires, ni me quiero imaginar el resto del país) algún cristiano que sepa LSA debe haber (me refiero a profesionales). Ahora, si no hay profesionales que puedan interpretar a un sordo, ¿qué opciones hay? La necesidad de un intérprete.
Consideremos el siguiente caso: un sordo es juzgado. Con suerte, tiene un abogado y un intérprete para que medie. Hasta ahí suena lógico y posible.
Consideremos este otro caso: un sordo acude a la consulta médica en un hospital público con un cuadro difícil, digamos…. crisis nerviosa, agitación, y dolor en el pecho. ¿Cómo explica el sordo al medico lo que le pasa? Dado el cuadro nervioso, seguramente no pueda hablar con mucha claridad (muchos sordos oralizados no suelen hablar muy claro). Esta situación se hace más compleja si el sordo no puede hablar y sólo utiliza LSA. Las opciones para el abordaje del cuadro son demasiadas, desde un infarto hasta un ataque de pánico, una sobredosis o simplemente gases.
Por último, un sordo va a una consulta psicológica. Probablemente ha sufrido mucho durante su vida. Déficit en el aprendizaje, exclusión social, discriminación, abuso, etc. Muchos sordos no han sido alfabetizados. Supongamos que, en el mejor de los casos, la persona en cuestión sabe escribir. Seguramente sería altamente engorroso hacer una consulta psicológica escrita. Tenemos la opción de un intérprete. Imaginemos contar al intérprete nuestras fantasías sexuales, perversiones y represiones para que éste lo traduzca al psicólogo. Poco probable, ¿no?

Se puede ser demasiado sensible o ser insensible y no poder ver estas realidades.
Ser insensible, ¿garantiza la supervivencia? ¿Qué significa ser apto?

Es importante señalar que no todos los discapacitados sufren abandono. Muchos son amados, cuidados por sus familias y viven dignamente.

Para concluir, Darwin puede tener razón o puede estar equivocado, todo depende del ojo con el que se lo mire.



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