Viví, aunque sea un poco mejor

Si, vuelvo a escribir en vos. Nuevamente sobre mi…. Acaso estás para otra cosa? No es mi caso.
Si pudiese identificar los factores que angustian, los que dan miedo. Tal vez tenga que hacer caso a mi amiga, y dejarme de tanta vuelta. La vida es linda y merece ser vivida en plenitud. ¿Pero, como?
Simple, para todo aquel que tiene un motivo. La desazón es mi motivo, por lo menos para escribir esto. Como acto de contricción, tal vez este escrito sirva.
La falta de mí, la falta de Dios, la falta de sensación de trascender. Mi amiga dijo: “sos vos el que tiene la solución, está todo en tu cabeza”. Y si mi cabeza no tiene nada?. Creo que la nada y la vacuidad son distintas. Mi cabeza tiene mucho, pero está vacía de positividad. Que palabra!. Me observo y veo eso. Falta. Esa tiene que ser la única explicación. La vacuidad genera angustia, y la angustia llena el vacío.
Entonces, como sacar la angustia y llenar el vacío con actitudes positivas? No tengo la menor idea.
Siento el abandono de Dios. También me dijeron “no tenés perdón de Dios” por quejarme. Que dilema: creo que me abandonó y a su vez no me perdonará.
No creo en un padre abandónico. Dudo de un padre que disfrute el sufrimiento de su hijo. Pero necesito salir del circuito de la angustia y el miedo. Necesito vivir. Necesito de Dios. Necesito de mí. Al que escribe le digo: viví, aprendé. ¿Cómo? Sufrí. Sufrí como un paria, como un intocable. Arrastrate del dolor. Retorcete, pero viví. No esperes que nadie te llene de vida. Sólo vos tenés la pastillita para llenarte nuevamente. No busques en lugares inútiles. No te distraigas. Conectate con lo que decís, con lo que sugerís. Viví. Hacé lo que sea necesario, pero viví.
La opresión de la garganta es odio, bronca, tristeza. Si, te jodieron, te cagaron, te insultaron, te robaron, pero seguís siendo digno. Sos merecedor de una vida mejor. Tenés la capacidad de reír. Eso es algo que hace mucho que te cuesta. Tenés la capacidad de llorar y tampoco lo haces. Pero no te quedes con esta angustia en la garganta, no te lleva a ningún lado más que al circuito del horror de la muerte.
Tu abuelo te dijo: “yo estoy listo, evidentemente algo más tengo que aprender porque todavía no me llaman”. ¿Para qué esperar un llamado que no tiene porqué suceder todavía? ¿Para qué vivir con temor y trabado?. Viví, por favor, viví!. Ayudate!.
Gracias a quien se la merece.